It’s Always Sunny in Philadelphia recoge en intensas píldoras de veinte minutos, las disparatadas aventuras de un grupo de amigos disfuncional donde cada uno busca su propio beneficio y sólo se abraza al resto cuando se trata de ejecutar alguna conducta censurable (generalmente contra alguien). Cada capítulo ofrece un par de tramas paralelas que dividen y enfrentan al grupo -es aquí donde los gritos, alaridos y frases que se pisan por los que será recordada la serie, inundan la pantalla-, con objetivos delirantes que les absorben como si se tratara de lo último que fueran a hacer en sus vidas.
Cada capítulo es mejor que el anterior. Piensas que han llegado al límite de lo absurdo, cínico, cafre y surrealista posible... y no, te sorprenden. Debo haberla visto entera un par de veces y después capítulos sueltos y aún así me río. Ni uno solo de los personajes aburre, ni uno solo tiene una pizca de juicio moral o ético y -sobretodo a partir de la segunda temporada, cuando entra en acción Danny DeVito- cada capítulo coge un ritmo increíble, tanto que se te pasa realmente en un suspiro. De las pocas series con las que he tenido que tirarme literalmente al suelo de la risa, volviendo a ver la misma escena 3 o 4 veces (tengo especialmente un par en mente). La BSO acaba siendo entrañable. Imprescindible la versión original, por eso. Gana demasiado.
Ficha de Serie de TV enviada por almu el 31 de Diciembre de 2010